María José nació hace 25 años en Villa Tambores, Tacuarembó, y hace 14 vive en la capital departamental. Tiene una hija de 6 años y todos los días viaja a estudiar profesorado de Literatura en el Centro Regional de Profesores (CERP) en la ciudad de Rivera. Hoy nos cuenta cómo es vivir en su ciudad.
Sopla en mi ciudad un aire melancólico de domingo a la mañana y un recuerdo me detiene en esta plaza que hoy el otoño pinta de amarillo.
Llegué a Tacuarembó con 11 años. Venía de un pueblito del Interior en el que el viento sopla siempre fuerte y los patios de las casas terminan lejos, justo donde el campo choca con el cielo. Ese era mi horizonte.
A 45 kilómetros de allí estaba la ciudad.
Una ruta silenciosa en medio de valles, grutas y pájaros que planean libres, me trajo al mundo urbano.
Aquí el aire es calmo.
Encontré magia en las esquinas de esta ciudad dormida.
Magia oculta que no ven los señores de oficina ni las señoras bien casadas que pasean en auto los domingos a la tarde.
Magia que acompañó mi crecimiento, físico y espiritual, y me ayudó a sobrevivir en una sociedad altamente conservadora.
Gente mágica que está en los bancos grises de las plazas, con penas viejas; en casas tristes con libros cubiertos de polvo; esos viejos que acarician guitarras que hace tiempo ya no tocan. Gente que el sol extrañamente calienta.
Ciudad pequeña. Tres plazas principales que cobijan cada día un sinfín de sueños jóvenes.
Ciudad triste, que en los bares grises de la larga avenida espera cada tarde a sus viejos de siempre, a sus historias.
Ciudad de niños que la recorren felices en sus bicicletas mientras mamá hornea las recetas de la abuela y tú, ciudad mía, duermes tu religiosa siesta.
Tengo 25 años. La niña que fui me mira desde lejos. He pasado por esta plaza ya muchas veces, por este otoño, por estos árboles.
Aquí conocí a mis amigos. Los mediodías de sol acercaban cada día a diversos grupos de jóvenes que soñábamos con ser profesionales, artistas, con conocer el mundo, con formar una familia.
Y éramos nosotros mismos quienes en las noches cantábamos aquella “canción de muchacho” con acordes de guitarra que molestaban a los vecinos y transeúntes que por allí pasaban. No molestábamos a nadie. Solo cantábamos.
Sabíamos que crecer era inevitable, que la vida nos cambiaba, que el mundo nos llevaba.
Crecer en Tacuarembó.
Seguir el camino de los pájaros. Volar, dejar el nido. Empacar en la valija nuestra vida.
Algunos amigos empacaron y se fueron.
Yo me quedé con los rebeldes en un sitio que no acepta rebeldías.
De mi primer amor nació una niña.
En medio de una ciudad con oportunidades limitadas, otros de mis amigos se perdieron entre el ruido. Y así como las altas palmeras de nuestra plaza “de la Cruz”, bautizada así por generaciones pasadas, ellos también quisieron tocar el cielo, pero el mundo les devolvió otra cosa… Y ante los ojos prejuiciosos de una sociedad, que aunque sucia huele bien, “se detuvieron en las plazas como esperando la noche con los ojos fugitivos y las sienes en desorden”. Sabes de qué hablo mi querido Darno.
Muchos de ellos son artistas. Son poetas. Son músicos. Son malabaristas, acróbatas. Son grandes pintores de la vida.
Pero aquí “no debes” ser artista.
Si quieres entrar en la “elite” mejor te empleas de bancario, de médico, de abogado, te casas y tienes un buen auto.
Y fíjense ustedes, ¡qué ironía! mi tierra huele a artistas. A los versos sencillos de Circe, a la nostalgia de los temas del Darno, al Bocha y sus dulces enseñanzas. A toda la juventud que con voz alta canta sus cantos de protesta, que recuerdan su vida desde lejos, porque aquí no valoraron su talento, a la dulce muchacha de ojos negros que hoy recita poesías en su alma.
Yo escribo poesías, en el aire. Y en ocasiones hasta recibo aplausos.
No quise ser empleada de las fábricas, ni casarme con el muchacho de apellido.
Vivo en una ciudad difícil. Tradicionalista, amante de las buenas costumbres y el buen vino.
Cuando la ciudad me ahoga, mi bicicleta me lleva a caminos en donde los paisajes están como pintados.
Los pájaros planean libres, se van a mi horizonte.
Dice Circe que “Por caminos dichosos hay caminos desiertos”.
Ya es el mediodía. Ha pasado la mañana ante mis ojos. Ya canta la chicharra del domingo.
Tibio domingo.
Desde la feria de la avenida Oribe vienen autos, iba a ir por una planta y me distraje.

Que hermosura!!! y que regalo para el corazón saber que en los pagos que amo y que abandoné en años muy, muy difíciles con mi padre «el Bocha» Benavídez (Benavídes con S es su licencia poética) y mi madre Nené, allá por 1976, aún surgen voces y nacen seres con esa riqueza interior, con poesía en la voz, con magia en la vocación. Adelante, todo pago merece gente así…, aunque casi nunca los valora a tiempo!!!. Pablo Benavídez.
Un buen retrato para una ciudad que nos dio mucho, nos marcó en nuestro andar adolescente a pesar de toda la carga conservadora, trasnscurre el tiempo y los seres indefinidos repiten las mismas acciones, los mismos movimientos, sin preguntarse, sin mirarse, sin sentirse, y así transitan en esos autos la alta burguesia que «jiede» a explotación, por esas tardes mustias del domingo tacuaremboense. Y en los intersticios del poder, sea cual sea, aparecen estos seres sensibles que pueden describir en pocas palabras lo que muchos hemos vivenciado.
Una sola palabra: ¡¡¡EXCELENTE!!!
Yo llegue a esta ciudad hace casi 30 años…de otro pueblo del departamento, corriendo sueños, vine a Tacuarembó desde mi Paso de los toros querido, y sin querer me fui quedando, otras raíces, otras luces me endulzaron. Pero con tu poesía me vi como en aquella vez, como con aquellas esperanzas y esos sueños volvieron. Hermosa esa vivencia, tan fresca y tan cierta.. Abrazo Fernando
La verdad que lo describe de una manera que no hay duda, así es Tacuarembó…dónde quedan esos locos artistas?
linda historia de tu vida, mas aún escrita como poesía.se puede todo lo que queremos, capaz que no siempre en el momento justo, pero podes esperar un rato, y en un abrir y cerrar de ojos, enmcontramos esa rana saltarina
muy bueno!! muy bonito! alguien sabe quien escribió esto?
excelente…
Q maravilla!!!!!!!! Sigue escribiendo mi nena d Tambores, d los vientos constantes.
María José, cuanto camino recorrido, que mirada aguda de tu pueblo y y su gente. Excelente producción. Espero en algún momento compartas algo mas de lo ya escrito y de lo nuevo..El reconocimiento a veces tarda pero llega. Conozco un Profe de Literatura que ha podido publicar algunas cosas.si quieres te paso sus datos.
Que lindó, mi padre era de tambores. Te felicito.!
Excelente !!!Yo nací en «Santa Isabel» y me trajeron en tren hacia Tambores, mi cuna de viaje fue una valija abierta y su ropa por colchón.
Era el año 1950…8 años después, vinimos al querido barrio «La cruz», su escuela 8, las retretas y el padre de Eduardo Larbanois, el andar de las parejas con pasos de minué, la primera novia…
Tu camino de poesía, atrajo mis recuerdos y hoy ya en Montevideo, añoro en volver sentir tu viento fresco.
hola dehisy, disculpa mi ignorancia, quien es maria jose?
Viví en Tacuarembo 8 meses… Corroboro lo de sociedad difícil y tradicionalista, pequeña y triste, conservadora, y un sitio que no acepta rebeldías… Esta perdida en el tiempo…
Verdaderamente hermoso, y muy real. Felicitaciones María José , seguí escribiendo .
Tengo 28 años, soy de TAMBORES, a los 16 partí a TACUAREMBO donde podría decir que viví los días mas felices de mi vida hasta que a los 19 tuve que irme a MDEO por estudio. Actualmente las razones laborales me hacen que esté radicado en PAYSANDU y también con orgullo puedo decir que es así y me alegro mucho por su talento y que sea una coterranea quien halla escrito tanta poesía, provocando en el lector solo lo que ellos LOS ARTISTAS pueden provocar. Ese sentimiento nostálgico que nos hace felices por momentos y por otros extrañar. Gracias.
Te felicito, María José! Hoy me preguntaba Nelly, mi hna si sabía quiien eras. No sabía que estudiabas literatura, entonces, dudando le comenté que serías la nieta de Nilba. Y así es. Tus abuelos están contentísimos por ti. Me imagino tus padres cómo estarán!!!!
María Nosé Fagúndez Laurino.
Hace mucho tiempo que no encontraba un alma gemela a la hora de sentir Tacuarembò. No podrìa hallar palabras tan poderosas como èstas para expresarlo… Emociòn total al leerte. Gracias Marìa Josè.
La nostalgia se siente en todos los lugares…..
Sirve para reconocernos ,para crear nuestro lugar
Al que nunca olvidaremos. ..Alicia de Montevideo
🙂 gracias a vos, por tus palabras.
🙂
🙂
No encuentro palabras para agredecer cada uno de los comentarios que aquí encontré, mimos para mi alma sin duda.. Aunque contando mi historia, fué esto escrito para todos ustedes, seres mágicos capaces de entender de lo que hablo… Gracias gente linda 🙂
https://myspace.com/barriolopez/music/song/punto-cardinal-69444753-76341007
Maria José, a través de tus palabras trasmites imágenes y sensaciones que identifican a much@s que vivimos en el Tacua y hoy estamos transcurriendo en otros lugares. «Punto Cardinal», una canción dedicada a nuestra ciudad norteña. Salu!! .